• diciembre 31, 2019
  • KARINA ELIAN
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 Por Karina Elián Salinas

El comienzo de un nuevo año siempre trae consigo el deseo de renovarse, de dejar atrás cosas o situaciones que nos detienen, para dar ese salto importante en nuestras vidas. 

Y sino levante la mano quién no al momento de atragantarse entre uvas y brindis, sacudiéndose el confeti de la ropa, está apostando por esos nuevos bríos que suponen un mejor porvenir. 

Terminan las risas, las doce campanadas, la deliciosa cena, y ¿qué nos queda?

Así es, la REALIDAD, esa que nos reta y determina el momento en que daremos ese brinco para que todos esos propósitos se conviertan en hechos.

Justamente en este momento en que comenzamos un nuevo ciclo, me permito hablar de las LECCIONES DE VUELO que necesitamos aprender, para romper nuestros propios límites y miedos. 

Y sí, “MIEDO”, esa palabrita surge, (aunque no queramos). Pues seguramente, más de uno, tenemos pavor a volar, y a ese vértigo que dan las alturas. 

Por mucho que escuchemos que hay que dejarlo de lado para seguir de frente, pues sólo nos hace daño. La verdad, es que no podemos esquivarlo así como así, pues es una reacción inevitable al caminar por nuevos senderos. Creo que al contrario de lo establecido, podemos aprender de él, enfrentándolo con todo lo que venga, pero eso sí con la condicionante de que sirva sólo como pista para iniciar el vuelo.

Otra de estas lecciones que nos ayudarán mejor en la ruta, es la de esquivar las dudas. Esas pequeñitas que hacen travesuras en la mente, dejando espacio a las interrogantes sobre nosotros mismos y peor aún sobre nuestras propias capacidades.

Pues si en vez de preguntarnos, ¿Podré?, solamente nos ocupáramos en HACER, es casi seguro que el resultado será mucho más favorable y las nubes serán más claras en el trayecto que estamos piloteando.

La escalada continua y los problemas siguen avecinándose, tanto que afectan nuestro clima interior. Me refiero a las emociones que en vez de colorear nuestro panorama lo reducen a escalas de grises. 

Ya sea que seamos aprensivos, temperamentales, sentimentales, viscerales, o cualquier otra sensación que se nos venga a la mente. Dichas emociones serán un gran muro a derribar, sino sabemos cómo manejarlas.

El chiste es ayudar a que nuestro trayecto sea de lo más disfrutable, por lo cual es necesario conocer nuestras habilidades para manejar aquellas distracciones de la mente que sacan nuestros demonios internos, mejorando las condiciones del viaje a realizar.

Como en la mayoría de los casos, todo depende de nuestro interior. Más si nos estamos enfocando en aprovechar todas las herramientas que tenemos a la mano para atreverse a dar ese salto al vacío, cuya finalidad será lograr todo aquello que tenemos pendiente como meta fija o sueño inagotable.

Sea cual sea el destino, lo mejor siempre será disfrutar del trayecto, optimizando las lecciones del vuelo que inicia en este 2020. Así que les dejo mis mejores deseos, contando con que todos esos propósitos se logren favorablemente. No olvidemos que somos nuestro propio piloto, y que éste vuelo debe cumplir exitosamente su itinerario.

¡Feliz Año Nuevo!

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