Por Karina Elián Salinas
La literatura contemporánea cuenta con escritores que obtuvieron gran éxito, lograron que algunos de ellos decidieran desafiarse a sí mismos al llevar su trabajo a una escala importante; “el teatro”.
Dentro de esos autores encontramos al dramaturgo y poeta “Federico García Lorca”, quién logró ser un pilar dentro del teatro español del siglo XX al obtener popularidad en sus narraciones.
Desde su infancia comenzó puliendo su creatividad al leer a escritores como: “Víctor Hugo” y “Miguel de Cervantes”, y más tarde dejó a un lado la abogacía, escribió su primer artículo dedicado al autor “José Zorrilla”, estableció su vocación en la literatura.
El escritor español marcó su obra con el uso de la metáfora, convirtiéndola en la parte central de su estilo literario, además de ser influenciado en gran medida por la literatura clásica que le permitió adquirir las herramientas para expresar con profundidad temas como la melancolía, la pasión y la decepción amorosa.
La obra teatral considerada como la más representativa de García Lorca es “La Casa de Bernarda Alba”, en la que el autor nos ofrece una historia basada en la sociedad de España en los años treinta, centrada en la vida de “Bernarda Alba”; una mujer de 60 años con carácter fuerte y déspota, quién al enviudar por segunda vez decide vivir en el más riguroso luto.
Bajo este régimen viven además sus cinco hijas, quienes muestran una personalidad afectada como resultado de la tiranía por parte de su madre al frustrar su libertad.
En toda la historia percibimos la importancia que el dramaturgo dio a los símbolos, ya que cada situación y personaje se encuentran inmersos en ellos, teniendo como ejemplo “el bastón” que siempre utiliza Bernarda para resaltar su autoritarismo, así como otros objetos que representan a cada personaje.
Debido a la tensión de la obra, diversos críticos difieren en cuanto al género de la narración, ya que algunos la clasifican como drama y otros como tragedia.
Sin importar el género, sin duda Federico García Lorca logró desarrollar diálogos interesantes en una historia en la que cada detalle descubre los secretos tanto de la casa como de los personajes, consiguiendo fluidez y naturalidad en cada escena.