Borg McEnroe es la película que los amantes del tenis habíamos esperado toda la vida. No hay ninguna mejor. Hay pocas y todas están tan lejos como España de Portugal… en la gestión del coronavirus. A diferencia de otros deportes, es complicado recrear cualquier partido de tenis. Lo pueden ver en series o en fragmentos de cualquier película como en “Match Point”. Suelen hacer tijera cuando el jugador golpea a la pelota y no ves donde termina el golpe. Y es lógico. ¿Cómo vas a pedir a un actor que juegue como un profesional? Nunca tendrá esa técnica. En Borg McEnroe sucede lo mismo pero no es lo mismo. Ya lo entenderán cuando la vean. Está tan bien hecha, que ni te das cuenta de que estás ante dos actores y no ante los propios tenistas. Es increíble. Las escenas de tenis, lo más complicado de llevar a la pantalla, están recreadas con una naturalidad inesperada.
La película tiene tan solo tres años de vida y fue una de las sorpresas más agradables del 2017. Es difícil encontrarle un error o algo que pueda mejorar de forma clara. La base ya de por sí es solida. Hablamos de una de las rivalidades más potentes y comerciales de la historia de todos los deportes. Borg y McEnroe eran polos opuestos y eso tiene un filón incalculable. El sueco, frío como su país. El estadounidense, tan caliente como el desierto de Arizona. Dos personalidades llevadas a su mayor extremo, con el objetivo de canalizar el mejor tenis. ¿El resultado? Una final en 1980, en Wimbledon, el torneo más prestigioso, que pasará a la historia como uno de los dos mejores partidos de la historia de este deporte.
Solo se enfrentaron 14 veces. ¿Saben cuántas veces ganó cada uno? Siete. Empate. La película va a viajar a lo largo de la vida de los dos tenistas pero siempre tendrán como núcleo conductor ese Wimbledon de 1980. Esos viajes temporales al pasado son clave en que consigan que no nos despistemos un segundo. Sus respectivos comportamientos tienen una explicación. McEnroe era incontrolable por un motivo. Borg estaba siempre tranquilo por un motivo y, en mi opinión, un motivo totalmente sorprendente. Este torneo fue especial. El sueco llegaba tras ganar cuatro Wimbledon consecutivos y la presión que tenía era máxima. McEnroe era el número dos del mundo pero no se había ganado la simpatía de nadie. 1980 fue el año de inflexión para los dos. Ya nada volvería a ser lo mismo.
McEnroe empezó a ganarse el favor del público y Borg comenzó su prematura retirada. A los 26 dejó el tenis y privó a todos de una rivalidad que pudo haber sido mucho más legendaria. No puedo dar menos de un sobresaliente a los dos actores. Sverrir Gudnason y Shia LaBeouf son la viva imagen de los dos tenistas. En el físico y en la personalidad. Hay tensión, profundidad, y no se extiende en el tiempo más de lo necesario. Es una película de excelente valor documental y sentimental para los que vivieron esta rivalidad y aman este deporte.