Por: Karina Elián Salinas
Con tan solo un clic de la cámara fotográfica, podemos captar las más bellas imágenes.
Pero, ¿qué pasa con la música? ¿Se podrá capturar en una imagen en instantes? Tal vez, para despejar nuestra duda, lo más indicado sería recurrir a los expertos.
Dentro de esos magos de la lente, surge el trabajo del artista “Lee Tanner”, quién inspirándose en uno de los fotógrafos clásicos del jazz como “Herman Leonard”, decidió enfocar también, sus mejores tomas en la sincopa.
Durante la niñez del fotógrafo, en casa era recurrente escuchar música clásica, pero poco a poco el jazz se fue apoderando de la radio familiar, cautivando a Lee hasta llevarlo a buscar imágenes que expresaran dicha música.
Paralelamente el agrado por el arte le viene de familia, ya que cabe mencionar que su padre se desempeñó como retratista e ilustrador, publicando carteles en cines de la época de oro.
Finalmente el artista encontró en revistas como “Life” y “Look”, imágenes con las que pudo experimentar la maravilla de ver la música en blanco y negro, misma tendencia, con la cual quedó anclado, ya que sus mejores fotogramas los podemos apreciar, justamente en escala de grises.
Además de su desempeño con la cámara, Lee realizaba trabajos dentro de la metalurgia, hecho que lo mantenía en constante movimiento por ciudades estadounidenses, apostando más por su pasión que por la ciencia, por lo cual sacó el mayor provecho de estos viajes, visitando cada club posible para realizar sus primeras tomas musicales.
Tanner continuó atrapando instantes jazzísticos, dando como resultado cuatro libros: “Dizzy” (por supuesto en homenaje al trompetista), “Imágenes de Jazz”, “Maestros de la Fotografía” y “Las imágenes del Blues”, en esta última, expuso tanto su portafolio personal como el de colegas a quienes admira.
Lee Tanner fue ovacionado con diversos premios durante su carrera científica, a pesar de ello, nada detuvo el amor por el jazz, llevándolo a dedicarse exclusivamente a la magia de convertir la música en imagen.
Actualmente reside en California, seguramente disfrutando de sus grabaciones de jazz preferidas, acompañado de sus libros favoritos y por supuesto tomando la cámara cada que las notas lo demandan, para seguir trasladándonos al mundo del blanco y negro.