• abril 6, 2020
  • MAX IMO ASTUDILLO
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Los deportes extremos son actividades o disciplinas existentes que incluyen circunstancias especiales o situaciones particulares implícitas como el peligro y la dificultad para realizarlos. Por ejemplo, escalar una roca ubicada a unos centímetros del piso no puede ser considerado como un deporte extremo; en cambio, si se realiza en una pared vertical rocosa a varios metros de altura se le considera extremo.

Cabe resaltar que este tipo de actividades se popularizaron durante la última década del siglo XX e incluso, en los últimos años, ha sido utilizado dentro del deporte alternativo o por lo medios de comunicación para relacionar cierto tipo de productos los cuales tienen la finalidad de atraer la atención de quienes están en busca del reto y la aventura.

Manuel Villanueva es un traumatólogo, director médico de Avanfi y deportista, declaró para el portal “Cuidate Plus” que existe un gen que nos hace buscar nuestros límites o una torpe necesidad de diferenciarnos, de autoafirmación. Por ello, la lista es infinita, pues la imaginación humana lo es y cada año surge alguna variante nueva”.

Asimismo, un estudio reciente publicado en la edición de Psychology of Consciousness: Theory, Research and Practice, demostró que quienes practican deportes extremos son personas responsables que están conscientes de su entorno, de sí mismos y del deporte que practican.

A manera de resumen dicho estudio demostró que los deportes extremos no tienen nada que ver con gente irresponsable que tienen cierto deseo a morir sino todo lo contrario: Son individuos con un alto conocimiento de sí mismos, de su vida y de lo que enfrentan. Son personas que buscan experiencias positivas que tienen un potencial transformador y que “enriquece la vida de cada participante al proporcionar una visión más profunda de lo que significa ser humano”.

Estos deportes no pueden ser practicados por cualquier persona ya que se necesitan unos requisitos técnicos y físicos y años de entrenamiento en una disciplina. Además de fuerza, resistencia y destreza. Villanueva recalca la peligrosidad de estas actividades incluso cumpliendo con estas aptitudes.

Esta prohibido realizar estos ejercicios extremos para aquellas personas que tienen sobrepeso, sufren una enfermedad del corazón o problemas físicos de columna, extremidades o con hipertensión, debido a la gran descarga de adrenalina y tensión a la que te expones al hacerlos.

Es por esto que cada variante de estos deportes viene guiada por profesionales que pueden aconsejar a los principiantes sobre la actividad que más se ajusta a las necesidades y condiciones físicas de cada uno, dando especial importancia a la edad. Esto se debe a que algunas especialidades que exigen control son casi exclusivas de gente muy joven.

Los beneficios que reciben quienes se atreven a practicarlos “son de recompensa personal, hablamos de adrenalina, de elevación de neurotransmisores, de emoción al extremo, pero también de algo genético, probablemente de gente con un punto de locura o de brillo”.

Los deportes de riesgo en aire más peligrosos son el “Ala Delta” con una muerte por cada 550 vuelos; “el Salto Base”, una muerte cada 2.300 saltos, lo que equivale a 200 personas fallecidas en los últimos 30 años mientras que el “Paracaidismo” causa una muerte cada 75.000 saltos y la “Escalada Libre o Integral” una muerte cada 27.000 ascensos.

Los deportes en agua más peligrosos son el “Rafting” en aguas blancas con rápidos de grado V o superior es una de las prácticas con mayores tasas de mortalidad, seguido del “Surf” y “Kitesurf “llevado a condiciones extremas de viento o tormenta alcanza porcentajes mayores de mortalidad, al igual que el “Buceo” en cuevas.

Finalmente, en palabras del experto, los deportes de riesgo más peligrosos en tierra se desarrollan en las montañas. Como muestra ejemplificó que de cada 6 intentos de escalar el Everest una persona fallece por hipotermia, edema de pulmón, ceguera por quemaduras corneales, congelación o neumonía, de igual forma acotó que este lugar no es el único ya que la cima de la montaña Annapurna, en Nepal, tiene una mortalidad de casi el 40%, es decir, por cada dos ascensiones se produce una muerte.

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