Hace una semana Roger Federer publicaba su plan de competencia para lo que resta de la temporada del 2020 y sus prioridades eran primero jugar y buscar su título 21 de Grand Slam en Roland Garros y después participar de nuevo en unos Juegos Olímpicos, los de Tokio, para sumar otra medalla a su palmarés y colaborar con su delegación (Suiza) para tener un buen papel en la justa.
Sin embargo y como reza el refrán: “el hombre pone, dios dispone y llega el diablo que todo lo descompone”, el proyecto del veterano de 38 años se vino abajo por una lesión en la rodilla derecha de la cuál ya fue operado que es la parte buena, pero por lo que el nacido en Basilea, en la parte mala, quedará fuera de acción por al menos cuatro meses, perdiéndose así la oportunidad de jugar en el Abierto Francés (se juega del 24 mayo al 7 de junio) como lo deseaba y dejando en duda su presencia en Tokio 2020, ya que estaría listo para competir al 100% presumiblemente hasta finales de Junio, ya con la competencia encima (24 julio al 9 de agosto) y sin tiempo para recuperar el ritmo necesario para tales exigencias y sobre todo tomando en cuenta su edad, que por supuesto también cuenta porque pese a ser un atleta de alto rendimiento, no es lo misma la recuperación en un cuerpo jóven que en otro ya muy trabajado como el de Roger y si no solamente basta con recordar cómo sufrió en el Abierto australiano disputando varios duelos largos a cinco sets con todo y las molestias que ya acarreaba en la rodilla.
Seguramente este no será el fin de la carrera de Federer, pero dejará definitivamente sin poder hacer nada para evitarlo, la puerta abierta para que Rafael Nadal empate su record de triunfos en Mayors o que Novak Djokovic se acerque aún más para lograrlo también en poco tiempo y además su caída en el ranking (hoy es el No.3) será notable pues también dejará ir muchos puntos al no jugar en Dubái, Indian Wells, Bogotá, Miami y lo ya mencionado en Francia (Roland Garros).
Su “Majestad” pasará meses difíciles alejado de lo que mejor sabe hacer y serán sin duda al mismo tiempo, momentos ideales de acercamiento con su familia, tal y como lo quería Roger, quien aseguró en diciembre pasado que ya no sentía la misma obsesión de ganar a cualquier precio y lo demostró con la decisión de operarse para no arriesgar mas su físico innecesariamente y sin importar las consecuencias deportivas.
En el deporte como en la vida misma el recambio generacional siempre se dará y aunque otros lleguen a pelear por lo que dejará Federer, eso no quiere decir que Roger perderá su lugar en la historia ni que ha dejado de ser importante. Simplemente ocupará tarde o temprano y cada vez está mas cerca, de un sitio de privilegio y de honor que no se modifica cada semana por puntos como en el ranking, un lugar reservado para gente especial, exclusivo para deportistas ejemplares.