Por Karina Elián Salinas
Cuando hablamos de jazz la línea que lo limita es extremadamente delgada, incluso podríamos decir que invisible. ¿Por qué? Pues precisamente por esa magia de las notas de inmiscuirse en el arte, sin importar el género.
Esta vez, las letras saltan al ruedo para tomar al jazz entre sus manos y crear simplemente un poema.
El genio a cargo de esa hazaña, sería “Ted Joans”, quien tanto con la prosa, la poesía e incluso la pintura mostró su devoción por la sincopa.
Su interés en la música inicio desde pequeño, al tocar la trompeta. Pero fue lo suficientemente honesto para admitir que su talento musical era “algo pequeño”, como él lo mencionaba. Por ello la mejor manera que encontró para seguir con su pasión, fue dedicarla a sus poemas.
Apegado al surrealismo, Ted hizo mucho ruido dentro de la clase media alta, pues sus poemas tenían un alto grado de sarcasmo y erotismo. Por supuesto su prosa siempre aludía en contra del prejuicio racial.
Con una vida mundana, Joans pudo darle ese giro a sus publicaciones que lo hicieron destacar y ser aplaudido por sus contemporáneos, pues al viajar tanto, sus emociones estaban a flor de piel dependiendo los movimientos intelectuales, artísticos y sociales que lo rodeaban.
Tanto Nueva York como otras ciudades norteamericanas, Gran Bretaña y casi toda Europa fueron testigos de sus poemas, pues regularmente realizaba lecturas de sus obras en reuniones que además le permitieran ser puntos de ventas para sus escritos.
Incluso su trabajo llegó hasta latitudes africanas, pues el artista amaba la cultura de esta región, a quien también dedicó su colección más grande de poemas denominada “Afrodisia”.
Después de tanto ir de un lado a otro, el poeta encontró en París su ciudad soñada, pues ahí radicó por mucho tiempo adoptando la lengua francesa y apropiándose de un café, donde sí efectivamente, daba lectura a sus letras sincopadas.
Es increíble como al leer cada poema de Ted, nos acercamos a esa sensación de un amor puro hacia algo tan genuino como la música. Como olvidar aquel clásico cortometraje “Jazz y Poesía”, donde precisamente conocemos el poema “Jazz is my religión”, diciendo que…
“Si el jazz es mi religión
jazz es mi historia
de los estallidos de Buddy Bolton al jugar con el blues de Charlie Parker y el Bebop de Ornette Coleman…
Yeah!! jazz es la única religión musical donde los sermones propagan felicidad y alegría, al ser capaz de excavar en el swing dando una sensación maravillosa….”