• diciembre 2, 2019
  • Alejandro Delfin
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Por René Sánchez 

A exactamente cinco días de la esperada revancha entre Andy Ruiz y Anthony Joshua, el escenario en Arabia Saudita está listo para recibir a los contendientes y al público que acudirá a la nueva y recién construida Diriyah Arena.

 La arena cuenta con capacidad para poco más de 15 mil  personas que dejarán una ganancia, solamente por taquilla, que se espera supere los 55 millones de dólares. Una cantidad similar se generó en el 2017 en la criticada cita entre Floyd Mayweather y Connor McGregor o incluso los 72 millones de la pelea del 2015 entre el mismo Money y Manny Pacquiao celebrada en las Vegas. 

La venta de boletos continúa y se espera que en estos días ya todo este agotado pese a que los precios ya empiezan a rebasar los 13 mil dólares en zonas preferenciales.

A toda ésta derrama económica habrá que agregarle los derechos de televisión y el pago por evento así como otros aspectos publicitarios y comerciales. 

Es decir que, en el plan financiero todo será un éxito, pero falta ver cómo llegan ambos peleadores y si pueden responder a las expectativas porque lo que pasó el 1o de junio en el Madison Square Garden de Nueva York, dónde el estadounidense de origen mexicano sorprendió a Joshua y al mundo entero derrotando al británico, generó tal impacto mediático que la propia vida del nacido en Valle del Imperial en California cambió para siempre para bien y para mal. 

A 5 días del combate ambos peleadores están todavía lejos del peso acordado e ideal para su mejor desempeño. Hoy Ruiz, que ciertamente ha dejado de ser solamente un “gordito simpático” marca algo así como 268 libras, alrededor de 121 kilogramos, es decir, anda 19 libras por encima del peso más bajo en su carrera, pero al mismo tiempo unas 30 libras menos de su máximo tonelaje, por lo que el único temor es que aún ganando movilidad y velocidad, en contraste podría perder algo de la potencia en los puños que fue lo que tanto daño le hizo al del Reino Unido que por su parte ha reportado un peso de 247 libras, unos 112 kilos, uno de los más altos en sus 23 peleas como profesional, lo que también debe mejorar en la última de las aproximadamente 12 que ambos púgiles han tenido para prepararse. 

Otra cosa que preocupa a los expertos e incluso al propio Mauricio Sulaimán, Presidente del Consejo Mundial de Boxeo, es el tema mental, porque después de cobrar su cuota tras la victoria que lo hizo el primer Campeón mexicano de peso completo en toda la historia, Andy Ruíz dedicó varias semanas a derrochar dinero a manos llenas como en su fiesta de cumpleaños número 30, en la cuál hubo todo tipo de excentricidades y gastos estrafalarios e innecesarios días después de que también estrenara su mansión de 6 millones de dólares en Los Angeles y de hacerse del caro automóvil deportivo que nunca había tenido. 

Por eso Sulaimán teme que “el Destroyer” o “el Rocky mexicano” como le llaman sus admiradores, haya perdido el piso con la súbita fama que llegó a su simple vida en un suburbio californiano, dónde para todos era únicamente Andrés Ponce Ruíz Jr. o “el Andy”, pero no el campeón mundial del CMB, de la OMB y de la FIB, cinturones que le llegaron de golpe y que de la misma forma los podría perder. 

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