La ATP y la WTA terminaron con los temores y las dudas de los tenistas en torno al ranking mundial después de la suspensión de la temporada y la cancelación de múltiples torneos que le hubieran dado puntos a algunos y que le podrían haber quitado puntos a otros.
Los dos organismos tomaron la sabia decisión de “congelar” la clasificación y mantenerla así, sin cambios hasta nuevo aviso y hasta que pueda reanudarse la actividad.
Como siempre, habrá quienes crean que la medida es injusta, pero lo mejor es revisar que hubiera pasado en algunos casos específicos si no se tomaba esta histórica determinación sobre un sistema (los rankings) que toma en cuenta los resultados de cada jugador en las últimas 52 semanas compita o no en cada torneo.
Por ejemplo en el caso de Dominic Thiem, el austriaco perdería 1,000 puntos sin pder defenderlos en la cancha como último monarca en Indian Wells.
Otro tema será la desventaja de una figura como Rafael Nadal, quien cuando se reanude la temporada, tendrá que defender 4,000 puntos en tan sólo 35 días, ya que como vigente campeón de Roland Garros y del US Open, deberá disputar ambos exigentes Grand Slams prácicamente sin descanso ni respiro, y si no logra revalidar sus cetros, podría sufrir una fuerte caída en el ranking.
Caso muy distinto el de Roger Federer, quien operado y fuera de circulación de manera obligada para rehabilitarse, se verá beneficiado con esta pausa, tanto para reponerse sin perder tantos puntos como para encontrar su mejor ritmo y forma física a la par de sus contrincantes que tampoco pueden competir de manera normal.
La otra opción de borrar toda la clasificación y comenzar de cero no fue bien vista ni aceptada por los Comités de Competición de ambos organismos (ATP Y WTA) ni por los propios jugadores