Por René Sánchez
Operado el 21 de octubre pasado, el número uno del más reciente Draft de la NBA, Zion Williamson, todavía no debuta en el profesionalismo debido a una lesión en la rodilla derecha.
La primera selección global de los Pelicans era la gran esperanza de la franquicia para competir contra las tradicionales potencias de la Liga, pero la realidad ha sido otra muy distinta ya que el equipo de Nueva Orleans se encuentra casi al fondo de la clasificación en la Conferencia del Oeste en el sitio 14, con casi el triple de derrotas que de triunfos y superando solamente a los desconocidos Warriors de Golden State.
La rehabilitación del desgarre de menisco del jugador de apenas 19 años, 1.98 de estatura y 129 kilogramos de peso, ha sido muy complicada y consecuencia de una mala técnica al caminar, correr y saltar que nunca fue corregida en su etapa colegial porque así superaba a todos sus rivales y no parecía necesario modificar nada.
Sin embargo el equipo de trabajo médico y físico de los Pelicans le ha dado todo el apoyo necesario a Zion para que vuelva poco a poco a reencontrar su mejor condición atlética y su mejor nivel de juego, entrenando con pelota varias horas cada día, pero también con tratamientos especiales y fortalecimiento general e incluso charlas motivacionales que le permitan mantener la visión en su futuro, halagador por donde se le quiera ver pese a todos estos contratiempos.
La clave han dicho todos en Nueva Orleans ha sido la paciencia, para que cuando Williamson vuelva a las duelas mejore sin problemas las cifras de sus únicos cuatro juegos de pretemporada con el uniforme de los Pelicans en los que anotó un promedio de 23.3 puntos y 6.5 rebotes con un 71.4 de efectividad en sus tiros al aro.
Así, paso a paso, la exestrella de la Universidad de Duke, dónde ganó prácticamente todo con múltiples reconocimientos, esta cada vez más cerca de debutar en la NBA y convertirse en la pieza que le hace falta a los Pelicans para dar el salto de calidad.