Gabriel Milito llega a Chivas entre dudas, sin ilusión en el entorno y con antecedentes cuestionables
Milito llega tras perder la final de la Copa Libertadores 2024 con Independiente del Valle, en un partido donde su equipo contó con superioridad numérica durante gran parte del encuentro pero no logró imponerse. Esa derrota, que quedó marcada por la falta de respuesta táctica, ha generado interrogantes sobre su capacidad para competir al más alto nivel.
En sus primeras declaraciones, el argentino ya hizo referencia a Matías Almeyda, exentrenador campeón con Chivas, y expresó su deseo de seguir sus pasos. Esta comparación, a días de su presentación, ha sido vista por sectores de la afición como un gesto precipitado, especialmente considerando que Almeyda dejó una huella profunda tanto en lo deportivo como en lo emocional.
La llegada de Milito ocurre en un contexto donde otros clubes del fútbol mexicano muestran proyectos deportivos más estructurados. América, Cruz Azul y Rayados mantienen plantillas competitivas, estabilidad institucional y resultados recientes. Incluso León, Pachuca y Necaxa presentan líneas de desarrollo más claras, con procesos de formación, scouting y dirección técnica más sostenidos.
Chivas, en cambio, vuelve a apostar por una fórmula “novedosa”, pero sin un sustento visible que respalde la elección. En lugar de reconstruir sobre bases sólidas, el club parece continuar en una dinámica de búsqueda constante que no ha producido resultados consistentes en los últimos torneos.
La gestión de Gabriel Milito apenas comienza, pero lo hace en medio de un escenario complejo, sin respaldo popular evidente y con el reto de darle forma a un proyecto que, por ahora, no ofrece señales claras de rumbo.