En la época en donde el sonido se había apoderado de las pantallas cinematográficas, había alguien que se resistía a éste cambio que acaparaba a las masas, presentando aún películas mudas, dicho personaje no sería otro que Charles Chaplin.
Pero finalmente en 1940, el cineasta británico decidió incorporarse al nuevo concepto presentando su primera cinta sonora “El Gran Dictador”, donde él mismo fungió como director, guionista y protagonista.
La cinta fue producida en Estados Unidos, y a pesar de que en el momento del estreno, dicho país se encontraba en paz con la Alemania Nazi, no impidió que el film se expresara abiertamente en contra del nazismo y el antisemitismo, además de la fuerte descripción de Chaplin al describir a los nazis como: “hombres-máquina, con cerebros y corazones de máquinas”.
En la obra se distingue la interpretación de dos personajes por parte de Charles, uno de ellos era una obvia parodia de Adolfo Hitler, quien se conoce como “El Dictador Adenoid Hynkel “, y por el otro lado el de un barbero judío, quien era muy similar al clásico vagabundo “Charlot”, o “El Pequeño Muchacho”, como Chaplin lo llamaba.
Esta similitud entre los personajes centrales, hacen de la película toda una odisea, en específico en el discurso final donde el barbero toma el lugar de Hynkel, para hablar sobre el inicio de la conquista del mundo. Evidentemente el resultado se convierte en todo lo contrario a lo esperado, ya que el simpático barbero transforma por completo el discurso haciendo un llamado al derrocamiento de las dictaduras.
Aunque “El Gran Dictador”, contó con cinco nominaciones al Óscar, lamentablemente no ganó ninguno. Pero sin duda la cinta fue una de las de mayor éxito para Charles Chaplin, quien daba un salto gigante hacia el sonido.
Demos un vistazo a ese famoso discurso final de la cinta, que después de tantos años y de la inmensidad de la tecnología en la que nos encontramos inmersos, es tan certero y actual.